Señor de la Misericordia de Ocotlán le pidió ayuda, se hizo Monja y fundó una congregación

El 8 de diciembre de 1914 nació en Ocotlán Jalisco la Madre María Concepción Zúñiga López, quien como religiosa adoptó el nombre de María de la Natividad del Perpetuo Socorro y fue mejor conocida  como la “Madre Conchita”. Cabe mencionar que en el registro civil de Ocotlán como en el de bautismos de la parroquia aparece como María Guadalupe. La Madre Conchita fue la fundadora de la Congregación de las Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro o del “Orden del Desagravio”. Sus padre fueron el Sr. Juan Diego Zúñiga Hermosillo y María Simona López, quienes tuvieron cinco hijos de los cuales sobrevivió solo la mayor llamada Esther y Conchita, a quien Dios la envió a este mundo con una inteligencia sobrenatural sin sacarla de la vida ordinaria de todos los niños.

María Concepción o “Conchita” fue criada en una ambiente laico, la piedad estaba párvula en su madre y era nula en su padre, que ocupaba un alto puesto en el gobierno revolucionario cuya posición le calificaba como enemigo de la Iglesia, además fue presidente municipal de Ocotlán por el año de 1930 apenas terminada la cristiada.

A sus doce años, en el mes de octubre de 1926, en plena persecución religiosa y mientras oraba a los pies de la bendita imagen del Señor de la Misericordia, Conchita recibió la visión del Señor, desde su cruz invitándola a compartir el dolor de estar escondido y solo, olvidado y despreciado, perseguido y aborrecido sin causa, desde ese día, comprendió bien el plan divino sobre ella, que era enseñar ese camino a otras almas, fundar una orden religiosa. Era por entonces un tiempo de persecución religiosa en México. Habían cesado los cultos en los templos, por lo cual Conchita ignoraba que existieran comunidades religiosas. Sin embargo, la clausura de cultos la enfervorizó más aún y fue cuando decidió entregarse toda a Dios.

Pero el padre de Conchita era inflexible y nunca consentiría en que su hija entrara en la vida religiosa. Dios la proveyó con un santo confesor, el Padre Salvador Morán que la guio con prudencia y a quien Conchita comunicó primero todo sobre la divina encomienda que había recibido.  El día 2 de febrero de 1930, los padres de Conchita la dejaron sola en casa con su hermana, ya con 16 años y sin que ésta lo advirtiera, salió rápidamente sin ser vista y se dirigió a la casa de su vecina donde se postró a los pies de la imagen de la Virgen del Carmen entregándose por entero a Ella, ahí duro varios días escondida.

Llegó el día marcado por Dios, y Conchita fue trasladada a la Ciudad de México, donde fue encomendada por unas semanas a las religiosas del Buen Pastor hasta mayo del año de 1930 cuando fue recibida al Postulantado de las Capuchinas Sacramentarias de Tlalpan.  Su director espiritual fue el P. José Quijada, conocido por su especial don de discernir espíritus, y fue a través de su dirección que Dios comenzó a revelar al mundo, por medio de la joven postulante, la cosa más urgente y crucial que la Santa Madre Iglesia necesitaba para los años venideros: “La Obra del Desagravio”.

Conchita estaba sin permiso de sus padres en el claustro, y así un día, inesperadamente, su señor padre fue a México y al Excmo. Sr. Arzobispo le amenazó de cárcel si no le entregaba a su hija. Cuando volvió a su casa paterna en Ocotlán los sufrimientos y dolores, las nostalgias y sacrificios que Nuestro Señor le pidió duraron casi doce años, entre los cuales fue burlada y humillada por su familia.

Años más tarde, la conversión del alma de su padre fue para ella el mejor fruto de aquel cautiverio. Un día inesperadamente su padre sintió el toque de la gracia y quiso recordar la doctrina católica, y volviendo a la Fe, se humilló profundamente, se confesó y practicó la religión como buen católico y a los dos años de su conversión, murió santamente. Él Sr. Juan Zúñiga había dejado expreso mandato de que su familia no detuviese más a su hija para servir a Dios que la llamaba irresistiblemente, a fundar su Obra del Desagravio. Conchita tuvo que esperar de 1940 hasta enero de 1942, en que por consejo del Excmo. Sr. D. Manuel Fulcheri y Pietrasanta de la diócesis de Zamora, Michoacán, ingresó en el colegio de las Madres del Sagrado Corazón.

Sucedió entonces que en menos de seis meses, tanto su madre como su hermana, los únicos miembros de la familia que le quedaban, habían muerto, dejándola heredera de los bienes materiales de la familia, que no eran cortos. Con ellos se compró la casa para el Desagravio, se construyó y se proveyó a todas las necesidades del culto divino, todo para la gloria de Dios.

En 1942, en Zamora Michoacán se realiza la primera fundación de la Congregación de las Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro, años más tarde la Orden fue disuelta por el nuevo Obispo de Zamora Don Gabriel Anaya. En 1964 fue la segunda fundación de la Congregación en Chilapa, y en 1967 fue la tercera fundación en la ciudad de México, lugar en el que las Mínimas Franciscanas residen.

Después de una ardua vida de situaciones difíciles, tanto familiares, de salud como de la orden religiosa pero con un gran olor a santidad el día 15 de octubre de 1979 expiró como las almas elegidas de Dios en apacible sueño a la edad de 64 años.

Fuentes: Congregación de las Mínimas Franciscanas.

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